¿Qué puede saber un osito de peluche de 40 años sobre el significado de la vida?
La mayoría de nosotros creció con un peluche, al cual le presionábamos nuestra pequeña naricita y nuestros pequeños corazones se llenaban de adoración. El mío se llamaba Laika, un osito blanco nombrado así por el famoso perro astronauta que se convirtió en el primer animal que orbitó la tierra. Los psicólogos le llaman un “objeto de transición” – un puente de cariño que nos ayuda a separarnos de nuestras madres sin sentir una inseguridad solitaria abrumadora. Sin embargo, lo que es desconcertante y adorable a la vez, es que muchos de los niños continúan amando a sus “objetos de transición” hasta mucho después de la etapa de los dos años, incluso hasta que ya son adultos jóvenes, llevándose al peluche a los dormitorios de la universidad o hasta dándoles un lugar sagrado en su cuarto de gente grande. Eso es precisamente lo que explora Mark Nixon, fotógrafo basado en Dublin, con la misma cantidad de fascinación y ternura en su proyecto Much Loved – una galería de retratos de los ositos adorados de la gente, con un conejo, chango o jirafa ocasional, muchos abrazados y besados hasta convertirse en trapitos pelados para emerger como amputados deteriorados-por-amor y sobrevivientes agridulces de la batalla inmortal de crecer.
Traducido de la entrada Much Loved:Portraits of Beloved Childhood Teddies de Brain Pickings.